Episodio 8 de la Primera Temporada.
Año 1959
Argumento:
Henry Bemis es un tranquilo trabajador de un banco, cuya mayor y casi única pasión es la lectura. Ama la lectura, la buena, principalmente, aunque no le hace ascos a los periódicos e incluso a las etiquetas de productos alimenticios de de limpieza si le caen entre manos.
Sin embargo, no es feliz. Y la causa es que su esposa, mujer dominante donde las haya, no le deja leer absolutamente nada. Así, cuando Henry llega a su casa, tras la jornada del trabajo, intenta en vano leer. Su mujer se lo impide quitándole de entre las manos cualquier libro o periódico.
Esto hace que el bueno de Henry lea mientras trabaja, siendo reprendido habitualmente por su director y clientes.
Un día, Henry, en sus minutos del desayuno, se introduce dentro de una cámara acorazada, para estar más tranquilo y leer un poco. Cuando está dentro, todo retumba y Henry cae al suelo aturdido.
Al salir de la cámara, comprobará que ha estallado una bomba H y todo ha quedado reducido a cenizas.
Por lo que comprueba, es el único ser humano vivo, hecho que le deja en el desconcierto y tristeza absoluta...pero sólo hasta que se da cuenta de que dispone de todo el tiempo del mundo para hacer lo que más le gusta: leer (libros de la Biblioteca Municipal). Y comida no le falta (latas...).
Comentario:
Buen ejemplo de cine fantástico, o puede que peor, anticipacipativo, que aúna el mero componente del género, con la muestra cotidiana de un gris ser humano despojado de lo que más ama por la incomprensión y desprecio del prójimo.
Henry Bemis, un buen hombre, no anhela más que una cosa: leer. Y sin embargo, todo se le pone en contra...excepto una verdadera hecatombe humana. Esta le dará la posibilidad de poder hacer lo único que le llena.
Este episodio constituye un verdadero tour de force del gran actor Burgess Meredith, antiguo periodista que derivó por circunstancias del destino en estupendo actor de carácter de envidiable currículum interpretativo (inolvidable en su etapa final como viejo entrenador de Rocky Balboa).
Y lo es porque prácticamente trabaja él solo, su personaje ocupa la mayor parte del metraje, aunque antes ha sido importante el personaje de su esposa (la actriz Jacqueline de Wit).
El sentimiento de soledad y frustración los desarrolla magistral y fácilmente, mostrándonos el ser inseliz que es. Y más tarde su rostro resplandece viendo la felicidad que tendrá hasta su muerte.
Todo ello sutilmente dirigido por John Brahm, que en cine tuvo estupendos trabajos y en televisión también, como por ejemplo en la famosa serie "Alfred Hitchcock presenta".
Un capítulo que finaliza con una ironía terrible, que el destino juega al protagonista.
Buen episodio, un tanto parsimonioso en su ritmo, pero inexorable en cálculo maldito.